Para recordar a los familiares muertos, los mexicanos acostumbran colocar una ofrenda o altar, en el cual se ponen flores, incienso, copal, velas, agua, sal además de la comida y bebida que al difunto le gustaba. De esta manera se honra la memoria de quienes ya no están presentes.
Esta tradición tiene su origen en la época prehispánica, que, con la llegada de los españoles, se mezcló y dio origen a la ofrenda de la actualidad, llenando de color, aroma y alegría está fecha, en la cual se da la importancia a la muerte.
La ofrenda, regularmente cuenta con niveles, lo que representa la división entre el cielo, la tierra y el inframundo. El Pan de Muerto, representa la generosidad de quien lo recibe; las flores, representan la guía y camino para las almas; las velas y veladoras, la luz y la ascensión del alma; las calaveritas de dulce, representa a los fallecidos; el agua, mitiga la sed de las almas; copal o incienso, aleja los malos espíritus; la sal, purifica el alma y evita que se corrompa.
Además la ofrenda se decora con la fotografía de los difuntos y con una amplia variedad de alimentos, juguetes de barro para los niños y bebidas en caso de que fuera adulto así como de los objetos que más apreció y lo representaron en vida.
Ofrendar es estar cerca de nuestros muertos para dialogar con su recuerdo, con su vida. La ofrenda es el reencuentro con un ritual que convoca a la memoria.